sábado, 22 de diciembre de 2007

Bosque Disperso de Diego Ansemi


El bosque disperso de Diego Anselmi.
Cartografías del afecto para un Ecologismo irresponsable
(irresponsable por inocente)
Por Lucio Arrillaga y Catalina Lecto
Escrito especialmente para Disvalor (
FanzineContestatario de Casa Leczinski)


1. Nacimiento e Invención.
En el año 1995, Diego Anselmi (cuyo apellido materno es Irurzun) decidió estudiar el idioma euskera en el centro vasco de la ciudad de Tandil (Centro de la provincia de Ubuenos Aires). Se trataba de una acción más para el anedoctario de un adolescente extremadamente curioso. Pero ahí accedió a la poco conocida historia del roble que se encuentra en la plaza ubicada frente a la institución, se trataba de un retoño del mismísimo roble de Guernika.
Para ese entonces Anselmi ya había incursionado en la preparación de almácigos de distintas plantas con el fin de experimentar prácticas de Bonzai, logrando interesantes conocimientos que utilizó como pequeña plataforma para, siempre de forma autodidacta, componer un corpus de saberes desprolijo y poco riguroso que sin embargo le permitió disfrutar de suficientes éxitos con sus plantas.
En este marco, a la vez que se iniciaba en Patafísica (debe observarse que un par de años más tarde realizaría su magnífica interpretación del Capitán Bordura en una recordada puesta de Ubú) comenzó a diagramar su Bosque Disperso, que ya se proyectaba como una formidable “solución imaginaria” aunque en aquel momento nada de esto podía ser precisado. En realidad Anselmi sólo comenzó a tomar bellotas caídas del mismo retoño del roble de Guernika, dado que poseía la profunda convicción de que su proyecto debía realizarse a partir de las semillas de ese preciso roble. Suponía que alguna potencia aún desconocida se concentraba en ese árbol y también es posible que por aquellos días Anselmi observara ciertas consecuencias simbólicas de la reproducción de ese roble y no de cualquier otro árbol.
Lo cierto es que Anselmi continuó investigando el ciclo de vida y las particularidades de los robles. Y sin sufrir ningún fracaso significativo, en el año 1996 logró sus primeros tres “plantines”, que luego de unos meses de cuidados estaban listos para ser transplantados.
Así, en el mismo acto, nacía el bosque y comenzaba a dispersarse. A partir de ese año, Anselmi nunca dejó de realizar almácigos ni brindar pequeños robles a diferentes personas para que los planten y cuiden. Desde aquel momento hasta hoy Anselmi ha producido un promedio de diez robles por año. Todos han sido entregados para su cuidado a nuevos co.curadores del Bosque Disperso.


2. La dinámica Tierra de los encuentros.
Pelwicz Anselmi siempre creyó que buena parte del proyecto debía dejarse en manos del azar, siendo esta la principal razón por la cual no es posible realizar el inventario total de los robles, pertenecientes o co.formantes del Bosque Disperso, existentes. Así por ejemplo, cuando da para su cuidado un roble a alguien, muy pocas veces conoce el destino final. Pero aun más, cada año Anselmi reparte los robles que ya están en condiciones de ser plantados, obsequiando de forma determinada cierta porción de su producción y dejando siempre una cantidad de árboles que serán llevados por cuidadores ocasionales o imprevistos.
Considerarlo hasta aquí fue lo que le permitió a Rafael Cippolini (que utilizaría al Bosque Disperso como concepto en trabajos posteriores –VER ANEXO UNO-) interpretar el proyecto como un “nuevo ecologismo”. Pero habría que tener en cuenta que, al menos en aquella etapa pionera, Pelwicz Anselmi se despreocupaba por inscribir su práctica en un universo de sentido determinado. En realidad nunca pareció demasiado interesado en hacerlo. Su intuición le alcanzaba y lo excedía: era todo lo que necesitaba para fundarlo.
Aún así o justamente, el proyecto poco a poco fue informándose y pronto aparecieron series de efectos insospechados que, por ejemplo, llevaron al artista mexicano Erick Beltrán a considerar el Bosque Disperso en términos de propagación, atendiendo a su continuo desarchivar (VER ANEXO UNO).
Para comprender esta particularidad, tal vez sea de gran utilidad detenerse en la problemática referida a la naturaleza de los vínculos a producir por el proyecto. Veríamos así que, en el caso de haber consistido, el “nuevo ecologismo” sólo podía basarse en relaciones coresponsables: cada uno de los participantes del proyecto cooperaba, a partir de acciones diversas, con la difícil tarea de constituir y cuidar un bosque. Pero Anselmi comprendió rápidamente que, si la constitución de un bosque en la actualidad sólo podía realizarse a partir de la paradójica disolución del propio concepto, entonces pronto se debería reconocer que el trabajo sería algo más complicado y seguramente comportaría consecuencias sumamente complejas. En otras palabras, dada la gran cantidad de personas que se involucraban involuntariamente en el proyecto, y dado que esto era absolutamente necesario, Anselmi comenzó a proponer un tipo de vínculo afectivo-irresponsable (irresponsable por inocente, agregamos al recordar a Nietzsche).
Este hecho, del todo decisivo en la transhistoria del proyecto Bosque Disperso, permitió que el “nuevo ecologismo” pudiera expresarse en términos menos simplistas. Sólo a partir de ese momento el proyecto de Bosque Disperso pudo establecer su lugar de inscripción (Ninguna Parte en estrictos términos ex.patafísicos), rompiendo su institución cultural o incluso para-cultural para proponerse como verdadera acción despersonalizada productora de Arte en acto.
3. ¿Cómo funciona un bosque?
Pelwicz Anselmi escapó desde siempre, o aparentemente, a las rotulaciones. Por eso podemos estar seguros de que no comenzó preguntándose qué es un bosque para lanzarse a diagramar su Bosque Disperso o aquel que, en definitiva, jamás sería realmente suyo. Ser posible ahí donde el mismo bosque se vuelve imposible era la única condición y por eso mismo el Bosque Disperso escapa a buena parte de los intentos de asimilarlo al arte conceptual. Es evidente que, en el caso del Bosque Disperso, toda teoría se desprende de la propia experimentación y rechaza todo resto de romanticismo.
No debe olvidarse que el constructivismo de Anselmi se funda en la curiosidad e inquietud relativa al funcionamiento del bosque: si bien nunca lo expresó con estas palabras, podría decirse que a Pelwicz Anselmi no le importó la morfología del bosque sino su dinámica. Partiría así de un preciso desconocimiento del concepto de bosque (como lo demuestra el hecho de que, durante mucho tiempo el Bosque Disperso estuviera conformado por árboles de una sola especie) y una particular negación del mismo. Claro que se trata de una negación aparente, en tanto sólo se niega al bosque definido morfológicamente. En otras palabras, se trata de una “solución imaginaria” que niega la imposibilidad del bosque sólo para devolverle su consistencia, de la misma manera que Anselmi niega toda propiedad sobre su bosque para devolverse la posibilidad de poseer verdaderamente uno. Así puede comprobarse un interesante desarrollo análogo entre la producción del Bosque y la reformulación o corrección de algunos presupuestos básicos de Anselmi. Porque el proyecto avanzaba de manera estricta: en rigor, el bosque sólo podía producirse al tiempo que se expropiaba. Y no sólo eso, también su funcionamiento se volvía imperceptible. Y cuando esto alcanzó su verdadera visibilidad, Anselmi ya pudo estar seguro de su éxito a la vez que se encontró frente a un nuevo fenómeno plagado de consecuencias desconcertantes que en este mismo momento se encuentra indagando.

Anexo 1. Repercusiones.
Para algunos, el proyecto puede contextualizarse dentro del Arte Conceptual y relacionarse con los Ready-made duchampianos, con el plus de tratarse de seres vivos en lugar de objetos. Otros lo vinculan a algunos trabajos de García Uriburu (quién en los ’60, tiñó las aguas de Venecia, alertando sobre la polución ambiental) y recuerdan que en los años’80, Josep Beuys, integrante del grupo Fluxus que supo explicarle el arte a una liebre muerta, emprendió un proyecto que consistiría en sembrar 7000 encinas (especie de roble) en una región de Alemania. Beuys muere dejando el proyecto trunco y es su hijo el que lo lleva a su conclusión.
Lo cierto es que el Bosque Disperso es un bosque dinámico y, en épocas de pasteras devastadoras y la explosión del cultivo de soja (que parece justificar toda deforestación en nombre del “progreso”) algunos han llegado proponerlo (aún exagerando) como una máquina de guerra, tal fue el caso del miembro del FAF (Frente por la Actualización del Festival de la Canción Polaca) Pablo A.
Más allá de esto, es importante destacar dos importantes repercusiones.
En primer lugar, debería mencionarse la temprana recepción del proyecto por el crítico Rafael Cippolini, quien lo interpretó como un “nuevo ecologismo”, llegando incluso a tomar al Bosque Disperso como concepto y utilizarlo para titular su ensayo “El bosque disperso de Alberto Greco” (incluido en su compilación Contagiosa Paranoia, publicada por editorial Interzona en 2007)
Tiempo más tarde, más precisamente en octubre de 2005, el artista mexicano Erick Beltrán llegó a Buenos Aires para presentar la muestra colectiva Subversiones diarias en el Malba. Por esos días Jean Luc, en el marco de una velada en la que Beltrán le presentaba el proyecto Istmo archivo flexible (que junto a otros artistas y la curadora María Paula Cohen desarrollaría durante todo ese año en Sao Paulo), le propuso contemplar el particular estatuto del Bosque Disperso y Erick Beltrán admitió el desafío que la obra de Pelwicz Anselmi le proponía, entusiasmándose con el trastrocamiento de problemáticas que reclamaba.


Anexo 2. El bosque Disperso por Diego Anselmi (Declaraciones exclusivas para Disvalor)
“En el año 1996, me enteré que en la plaza que, popularmente es conocida como “Plaza de las Carretas”, existía un retoño (ya adulto) del “Árbol de Guernika”. El original está petrificado en la ciudad de Guernika, en el País Vasco y constituye un símbolo de dicha Nación. Seducido por la anécdota y guiado por la curiosidad comencé a recoger bellotas de esta especie de Roble Europeo, cuyo nombre científico es “Quercus robur”. Al cabo de unos meses, nacieron tres robles, de los cuales entregué dos a mis amigos y conservé uno. Sin otro particular que la propia satisfacción, comencé a repetir la operación año tras año. Toda la operación, es decir, la recolección, la siembra y tal vez la más importante, encontrar gente que quisiera hacerse responsable de criar un árbol.”
“Así fue que me encontré entregando robles a personas que no vivían en Tandil pero que aceptaban gustosas la posibilidad de contribuir al desarrollo de un árbol. De esta manera surge la idea de un bosque disperso. Lo que tiene de paradójico el concepto (un bosque es un conjunto de árboles, si los ejemplares no están juntos, no tenemos bosque) es tal vez, su potencia. El concepto juega con la idea de distancia.”
“Con los años fui probando sembrar otras especies y así obtuve ejemplares de fresnos, cipreses, nogales, alcornoques, cedros, etc. Existen ejemplares del Bosque Disperso en: Tandil, Capital Federal, Ayacucho, La Plata, Bolívar, Pehuajó, Gral. Roca (Río Negro), Comodoro Rivadavia, Cariló, Mar de las Pampas, Tigre, Montevideo (Uruguay), etc.”

.


2 comentarios:

Ezequiel dijo...

Plantar especies de otros continentes no es bueno para el medio ambiente, hay que plantar especies nativas, las plantas exóticas o importadas son plagas y desplazan nuestra flora. Saludos

Ezequiel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.